Sunday, September 10, 2006

Manten El Fuego Encendido

Lev. 6:8-13

Introduccion: Hace algún tiempo atrás en la ciudad de Nueva York, una dama decidió visitar el Museo Metropolitano de Arte. El museo estaba exhibiendo las pinturas del artista francés Monet. Una de las pinturas más famosas de este pintor es la de un bote con su imagen reflejada sobre el agua, al igual que un espejo. Esta mujer estuvo observando la pintura detenidamente y se convenció de que algo estaba mal con ese cuadro. Ella se acercó a un guardia de seguridad y después al encargado del museo y les expresó su inquietud. Ambos le dijeron que no había nada malo con esa pintura, era auténtica, y que no debía esperar convertirse en una experta en arte en un solo día.

Frustrada, la mujer salió del museo y se fue a una librería, donde compró un libro de las pinturas de Monet, que incluía la obra en cuestión. Con el libro en la mano, regresó al Museo y comparó el libro con la pintura. Luego llamó al crítico de arte del New York Times, y juntos dieron a conocer por los medios de comunicación que por un período de casi 4 meses, delante de miles de visitantes y numerosos críticos de arte, la pintura del bote sobre el agua estuvo colgada al revés. Se necesitó de una mujer con pasión para hacer notar la diferencia.

¿Qué tiene que ver eso con el mensaje de esta mañana? Vivimos inmersos en una cultura donde algo parece andar mal. Cuando comparamos lo que vemos en la Palabra de Dios con lo que vemos en el mundo, las cosas parecen estar al revés. El pecado es exaltado, la justicia es ridiculizada. Y se nos dice que todo está bien.

¿Qué es necesario hacer para corregir la nave de la decadencia moral de nuestra sociedad en el día de hoy? Se necesita de hombres y mujeres, como muchos de ustedes, que tengan pasión por Cristo.

Abran sus Biblias conmigo al tercer libro del AT: Levítico. Yo sé que de sólo escuchar el nombre de este libro se nos doblan las rodillas. Este es el libro donde la mayoría de cristianos se empantanan en su programa de lectura de la Biblia. Pero esta mañana he seleccionado algunos pocos versículos en el cap. 6 que nos sirven de base para el mensaje de hoy. Miremos el versículo 8 “Habló aún Jehová a Moisés, diciendo: Manda a Aarón y a sus hijos, y diles: Esta es la ley del holocausto: el holocausto estará sobre el fuego encendido sobre el altar toda la noche, hasta la mañana; el fuego del altar arderá en él.” Ahora saltemos al v. 12 , por favor “y el fuego encendido sobre el altar no se apagará, sino que el sacerdote pondrá en él leña cada mañana, y acomodará el holocausto sobre él, y quemará sobre él las grosuras de los sacrificios de paz. El fuego arderá continuamente en el altar; no se apagará.”

No es mi intención esta mañana hablarles acerca de las leyes levíticas. Una cosa es evidente a través de estos versículos. El fuego del altar debía estar permanentemente encendido, no debía debilitarse, mucho menos apagarse, debía ser continuo y constante. Tres veces en estos cortos versículos Dios dice: “Mantengan el fuego encendido. Jamás permitan que se apague.”

I. EL FUEGO SOBRE EL ALTAR
1. La presencia de Dios. Esta mañana quiero usar la figura del fuego sobre el altar para desafiarles a conservar su pasión por Jesucristo. El fuego sobre el altar representa dos cosas para nosotros. En primer lugar representa la presencia de Dios. A menudo en la Palabra de Dios, el fuego representa Su presencia. Por ejemplo, Dios le habló a Moisés por medio de la zarza ardiendo. La nación de Israel fue guiada en el desierto por una nube de día y por una columna de fuego de noche. El sacrificio de Elías sobre el monte Carmelo fue consumido por fuego que cayó del cielo. Juan el Bautista dijo que venía uno detrás de él que los bautizaría no con agua sino con fuego. Y en el día de Pentecostés donde nació la iglesia, aparecieron lenguas como de fuego sobre los cristianos. El fuego representa la presencia de Dios.
Vean conmigo Hebreos 12:28-29 “Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor.”

2. La pasión del corazón. El fuego no sólo representa la presencia de Dios, también representa la pasión del corazón. En 1 Cor. 7 Pablo dice que es mejor casarse que andarse quemando. El fuego representa un corazón ardiente y apasionado. Es la pasión que consume los pensamientos, que enciende un discurso, que emociona el alma y carga las emociones. Es este fuego sobre el altar de tu corazón que representa la pasión por Jesucristo, y Dios dice que debes mantener el fuego ardiendo, y que nunca debes permitir que se apague.

En Mt. 24:12 Jesús habla acerca de los postreros días, y dice: “y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.” ¿Podemos leer este versículo otra vez? “Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.” Es muy posible que esta mañana yo les esté hablando a muchos que una vez tuvieron corazones encendidos con una pasión por Jesucristo, pero que ahora se han enfriado, y cuyo fuego por Cristo es ahora una brasa a punto de apagarse. Solían tener hambre por la palabra de Dios, solían tener celo por su santidad, solían prevalecer en oración, pero el fuego sobre el altar de su corazón se enfrió. Y Dios te dice esta mañana: “Mantén el fuego encendido. No permitas que se apague.”

Cuando la pasión por Jesucristo se marchita en el corazón de un hombre, cuando el fuego sobre el altar se debilita en el corazón de una mujer, el hogar comienza a sufrir. Cuando el hogar comienza a sufrir, la iglesia comienza a debilitarse. Cuando la iglesia se debilita, ya no es más un faro para la sociedad, y la sociedad cae en la decadencia moral. Hermanos, la esperanza para Bolivia es la Iglesia del Señor Jesucristo, y la iglesia del Señor Jesucristo debe estar llena de hombre y mujeres redimidos que tienen corazones ardientes para Cristo. “Mantén el fuego encendido. Nunca debes dejar que se apague.”

II. AVIVA EL FUEGO DEL DON DE DIOS
El segundo punto de mi mensaje esta mañana es que tenemos que avivar el fuego del don de Dios. En 2 Tim. Pablo escribe a su joven discípulo y amigo, Timoteo. Timoteo era exactamente igual que muchos de ustedes. El había sido criado en un hogar cristiano. Había tenido una madre y una abuela piadosas. Había sido enseñado por el apóstol Pablo, y estaba trabajando en el ministerio cristiano. Pablo tenía una preocupación por Timoteo, su hijo en la fe, que el fuego de su corazón comenzara a decaer, que su pasión por Jesucristo comenzara a morir.

En el cap. 1:6 de 2 Tim., Pablo escribe: “Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos.”

Si la pasión por Jesucristo en tu vida, el fuego sobre el altar de tu corazón ha comenzado a enfriarse, aviva el fuego. Sopla los carbones sobre el altar de tu corazón.

Esta mañana, quiero compartirles rápidamente cinco consejos para mantener viva la pasión por Jesucristo.

1. No se olvide de la gracia de Dios. La palabra “evangelio” significa buenas nuevas. Una de las razones por las cuales fallamos en conservar el fuego ardiendo en nuestro corazón es que nos olvidamos de nuestra condición anterior. En Efesios 2, Pablo escribe a los cristianos de Efeso y les ofrece un cuadro de cómo era su vida antes de conocer a Cristo. En Efesios 2:1 escribe: “Y él os dio vida a vosotros cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire...” Nuestra situación era realmente grave.

Pero en el v. 4, Pablo dice, “pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, nos dio vida juntamente con Cristo, y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús.” Esas son buenas noticias. No se olvide de ellas. Las buenas noticias son buenas sólo en la medida en que usted entiende cuán malas son las malas noticias.

Jesucristo dijo: “al que se le perdona poco, poco ama, pero al que se le perdona mucho, ama mucho.” Si usted piensa: “Realmente, yo nunca fui un mal tipo, Jesús no tuvo que perdonarme mucho,” entonces su fuego por Cristo será pequeño. Pero si uno entiende lo que dice efesios 2, que estábamos muertos en nuestros delitos y pecados, siguiendo la corriente de este mundo, sujetos a Satanás, y que Dios me sacó de esa situación y me dio una ciudadanía en los cielos, entonces mi fuego por Cristo será mucho mayor. Al que se le perdona poco, poco ama; al que se le perdona mucho, mucho ama.

Me gustan los versículos finales del libro de Malaquías: “Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada.” Probablemente han visto becerros que han sido liberados del establo: corren, saltan y brincan como si dijeran “soy libre, soy libre.” Nunca olviden dónde estaban, nunca se olviden de la gracia de Dios, porque las buenas noticias son buenas sólo en la medida en que entendemos lo mala que es nuestra situación.

2. Viva con los recursos de Dios. La mayoría de las cosas que Dios me ha enseñado, las he aprendido por medio del fracaso. ¿Ha tratado de vivir la vida cristiana por sus propio esfuerzos, con sus propios recursos? Yo lo he hecho. Lo que he encontrado es frustración y derrota. Jesús dice: “Separados de mí, nada podéis hacer.” Sus recursos son más que suficientes. Y si vamos a mantener el fuego encendido sobre el altar de nuestros corazones, debemos aprender a vivir con los recursos de Dios.

¿Quieres mantener encendido el fuego de tu corazón y tener pasión por Jesucristo? El gobierno no te ayudará, tu empresa tampoco. Dios es tu fuente de recursos.

3. No acepte sustitutos. En Ap. 2 Jesús confronta a la iglesia de Efeso. Efeso era una buena iglesia; a ustedes les hubiera gustado la iglesia de Efeso. Eran activos, no toleraban el mal; habían resistido las pruebas, habían trabajado duro. Pero Jesús les dice en 2:4-5 “pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras.”

Ellos habían caído en la misma trampa a la que estamos sujetos el día de hoy. Ellos habían reemplazado activismo por intimidad. Elevaron los ritos por encima de la relación personal. Reemplazaron la forma por el compañerismo. Si vamos a conservar el fuego de la pasión por Cristo en nuestro corazón, no podemos aceptar ningún sustituto por la comunión con El.

El Salmo 42:1 dice: “como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía.” “Mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos.” El salmista no aceptaba sustitutos para su comunión con el Señor.

¿Recuerdan la ocasión cuando Jesús visitó la casa de María y Martha? Martha estaba muy ocupada en la cocina viendo todos los detalles, mientras María estaba sentada a los pies de Jesús. Entonces Martha vino llena de enojo y le dijo al Señor: “dile a mi hermana que vaya a la cocina y mueva los sartenes y las ollas.” Jesús le contestó, “Martha, Martha, afanada estás por muchas cosas. Sólo una cosa es necesaria, y María ha escogido la mejor parte, la cual no le será quitada.”

Hermanos, no acepten sustitutos para su comunión con Jesús, de ese modo el fuego sobre el altar de su corazón será conservado.

4. Conserve su testimonio. En 2 Cor. 3:3 Pablo escribe: “...sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón.” Qué pensamiento tan impresionante. Usted es una carta de Cristo leída por todos los hombres. Cuando usted se encuentra en lugares públicos, cuando la gente lo ve en el estadio, en una piscina, ¿qué dice la carta de su vida?

Hermanos, la cosa más preciosa que usted posee en la vida, después de Jesucristo, es su testimonio. Cuídelo con toda diligencia. Nada le causará más placer al diablo que robar su testimonio y apagar el fuego sobre el altar de su corazón. Y eso puede ocurrir en un momento.

El libro de Los Cantares dice que “las zorras pequeñas echan a perder las viñas.” Ustedes son cartas de Cristo leídas por todos los hombres. El cristianismo es un estilo de vida. Para decirlo en palabras llanas, usted puede dormir fuera de su casa y todavía ser un buen médico. Usted puede engañar a su esposa y seguir siendo un buen abogado. Aparentemente no es problema estar en la política y mentir. Usted puede ser un exitoso hombre de negocios y ser un estafador, pero usted no puede hacer estas cosas como cristiano y continuar disfrutando de las bendiciones de Dios. Usted debe hacer el bien a fin de cuidar su integridad. Necesitamos que se nos recuerde esto. El enemigo se gozará si logra robar mi testimonio y apagar mi fuego. Por lo tanto, cuide su testimonio.

5. Ejercítese en la disciplina espiritual. La idea de la palabra “disciplina” es negativa para mucha gente en el día de hoy. Pero permítanme recordarles que Hebreos 12 dice que la disciplina produce temple en el cristiano.

¿Qué valor tiene el pasar diariamente tiempo en la presencia del Señor? ¿Qué valor hay en seguir una disciplina espiritual en nuestra vida? En Lucas 24 se nos cuenta la historia de dos discípulos que caminaban rumbo a Emaús. Sus vidas habían tomado un giro inesperado. Estaban deprimidos, desanimados, derrotados y bajoneados. Todos sus sueños y esperanzas habían sido clavados en la cruz del calvario. Sus vidas estaban en el nivel más bajo. ¿Se ha sentido usted así, alguna vez? Entonces, el Cristo resucitado apareció en medio, y caminó y habló con ellos, se reveló a ellos y luego se marchó.

Pero noten lo que dice en el v. 24:32 “...” ¿Qué es lo que mantiene el fuego encendido en nuestros corazones, queridos hermanos? Es la Palabra de Dios y el tiempo que pasamos en la presencia del Señor.

Jim Elliot, un extraordinario misionero que murió a manos de los aucas del Ecuador, escribió en su diario lo siguiente, dos meses antes de su muerte: “Estoy decidido a hacer algo acerca de mi vida de oración. Por estudiar Español he descuidado la lectura diaria de la Biblia, y tengo que hacer algo al respecto. La traducción no es suficiente para fortalecer mi alma. Mañana me levantaré más temprano, estaré vestido a las 6:00 a.m. y estudiaré las epístolas antes del desayuno. Que Dios me ayude a hacerlo así.” Aviva el fuego, sopla los carbones sobre el altar de tu corazón.

III. LA FE QUE LLEGA A LA META
Lo que nos lleva al tercer punto, y con esto voy a finalizar, es la fe que llega a su fin. Abran sus Biblias por favor en 2 Tim. 4:6-8. Ya cerca del final de sus días, Pablo escribe otra vez a su joven discípulo Timoteo. “...”

1. Esperar su venida. Muchos comienzan la vida cristiana muy bien. Son menos los que terminan bien. Muchos comienzan con fuerza; contados son los que finalizan con vigor. ¿Cuáles son las características de una fe que alcanza la meta? Permítanme mencionar dos rápidamente: Una fe que llega a la meta es la que espera la venida del Señor. Hermanos, no hay nada que pueda mantener el fuego sobre el altar de su corazón, no hay nada que pueda mantener su pasión por Jesucristo como lo puede hacer el esperar la venida del Señor. La idea de ver a Jesús en un abrir y cerrar de ojos cambiará sus prioridades. Cambiará su comportamiento. Cambiará su perspectiva en cada circunstancia de la vida. Espera su venida.

2. Nunca dejes de crecer. Finalmente, veamos 2 Tim. 4:13. La fe que alcanza la meta nunca debe dejar de crecer. Veamos el v. 13 “...” ¿No es un versículo maravilloso? Aquí está Pablo en los días finales de su vida, el verdugo ya está afilando su espada, y le escribe a Timoteo, pero no para decirle: “Timoteo, levanta firmas y bloquea la vía Apia pidiendo mi liberación.” “Reúne a los discípulos y tomen esta prisión.” Más bien dice: “Timoteo, trae mis libros, mis rollos, y mis pergaminos, porque todavía hay algunas cosas de Dios que quiero aprender.” ¿No es ese un pensamiento desafiante?

El apóstol Pablo tenía un fuego ardiendo en su corazón aun en los últimos momentos de su vida. No importa si usted tiene 25, 50 u 80 años, nunca debemos dejar de crecer en el conocimiento del Señor.

Cuando la iglesia de Jesucristo atrape el fuego del cielo, las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Mantengan el fuego encendido sobre el altar de su corazón. Jamás permitan que se apague. Oremos.

Oración: Padre, te pido que en los próximos minutos una oleada de tu Espíritu Santo se mueva en este salón. Hay algunas personas aquí que no han recibido a Cristo como su Salvador, nunca han pasado de muerte a vida. Oro que el Espíritu Santo los convenza ahora. Padre, hay muchos aquí que tienen el fuego de su corazón apagado. La pasión por Cristo en sus vidas ha comenzado a marchitarse. Te ruego que les des el poder de avivar la llama de su corazón. En el nombre de Jesús. Amén.

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